lunes, 14 de abril de 2008

EL DESPLAZAMIENTO

Todos conocen el zodíaco. Este vocablo es griego y significa “círculo de animales”. Consiste en doce sistemas estelares que forman un círculo alrededor de la Tierra. Esto puede graficarse simplemente en la ilustración.

Figura 14.
El zodíaco


La Tierra “parece” moverse por el zodíaco, de dos maneras. Para comprenderlo, debe mirar las agujas del reloj; verá que giran de Este a Oeste. Esto puede verificarse observando al Sol, pues sale por el Este y se pone en el Oeste, debido a que la Tierra gira en el sentido contrario de las agujas del reloj, es decir de Oeste a Este. Al cabo de 24 horas, o un día, completa un giro completo. Para el zodíaco esto da como resultado lo siguiente:

• Durante un día. el zodíaco aparentemente gira alrededor de la Tierra, aunque de hecho es la Tierra la que gira alrededor de su eje. Cuando uno dibuja un círculo a su alrededor, se para en él y luego gira, se obtiene el mismo efecto; es así de simple.
• Durante un año, la Tierra da un giro completo alrededor del Sol, haciendo un círculo de 360 grados. Esto significa que parecería que el zodíaco ha completado un gran círculo alrededor de la Tierra en un año.
• Si mira al Sol desde la Tierra y sigue este punto, notará que atravesará un signo zodiacal luego de treinta y cinco días aproximadamente (365 ÷ 12 = 30,4).
• Más aún, el círculo astronómico de 360 grados se divide en doce signos de 30 grados cada uno (12 x 30 grados = 360 grados).

Si le cuesta seguir esto, no entre en pánico. Le pediré un poco de esfuerzo mental, pero de una manera tan sutil que no tendrá que volverse loco. A partir de mañana, se levantará antes del amanecer todos los días. ¿Qué? Lo estoy escuchando gritar, diciendo que eso le hará enloquecer. Eso ya lo sé, mi estimado lector, pero permítame terminar mi historia. Instálese sobre un techo y mire a través de binoculares oscurecidos o un telescopio, en dirección hacia la salida del Sol. Trate de olvidar su rigidez y su malhumor matinal, y espíe las estrellas, en el Este, allí donde sale el Sol. ¡Y no olvide oscurecer sus binoculares o podrá quedarse ciego! Sí, sí, rezongue un poco, pero mientras tanto, apunte los binoculares hacia el sistema solar que se eleva antes que el Sol. Ya lo sé, la ciencia del fin del mundo no es fácil. Si tiene suerte, verá este mismo sistema salir antes que el Sol durante los 30 días siguientes. Después, saldrá otro signo del zodíaco. No es difícil observarlo, sólo requiere mucho esfuerzo. Tal vez se pregunte por qué me molesto tanto con esto. Mi respuesta es que luego de la destrucción del mundo en el año 2.012, podrá fastidiarse con miles de otras cosas; se lo garantizo.

Bueno, ¿dónde estaba con mi historia? ¡Oh, sí! Cada mes podrá observar un sistema del zodíaco salir antes que el Sol. Esta es una parte de la historia. La otra son las cuatro estaciones. ¡Las conozco! Tal vez grite, y luego podrá sumar verano, otoño, invierno y primavera: 10 sobre 10 diré yo. Pero ¿sabe usted en verdad cómo llegó a ser así? Es probable que sus mejillas se estén sonrojando de vergüenza, aunque no debe sentirse de ese modo. Se lo explicaré rápidamente. La Tierra enfrenta al Sol en forma oblicua. Cuando el Norte está más alejado del mismo, es invierno en el hemisferio norte. En Australia, nuestras antípodas en el hemisferio sur, es verano en ese momento y viceversa, por supuesto. Cuando el Polo Norte (es decir, el hemisferio norte que incluye Inglaterra, Holanda, Bélgica, EE.UU., etc.) gira hacia el Sol, este se coloca alto sobre el horizonte. Entonces hace más calor porque los rayos solares sólo tienen una corta distancia para viajar por la atmósfera. La razón por la cual usted sufre bajas temperaturas en invierno también es fácil de explicar; el Sol está en una posición baja y los rayos deben viajar un largo camino. Estos pierden gran cantidad de energía y usted acaba usando un gorro, encerando sus esquíes y bajando haciendo slalom por la montaña nevada. Bueno, bien podría decir que se siente como un verdadero astrónomo.

Felicitaciones, le respondo yo, pero ese no es el final de la historia.
Cada año, el 21 de junio empieza el verano en las regiones del norte. Ese día, el Sol alcanza su punto máximo en el cielo y todos sabemos que es el día más largo con la noche más corta. Lo opuesto se aplica para nuestras antípodas, pues para ellas es la noche más larga y empieza el invierno. En el transcurso de un año se producen otros dos acontecimientos destacables: el momento en el cual el día y la noche son iguales en ambos hemisferios, o equinoccio. El equinoccio de primavera de un hemisferio es el de otoño en el otro.

“Puedo entender todo eso”, le oigo susurrar nerviosamente. “Siga contando su historia”. Bueno, cálmese estimado lector, porque me estoy aproximando al clímax. La gente de la Atlántida y otras antiguas civilizaciones eran muy inteligentes. Ellos emplearon astrónomos que tomaron nota diariamente de las posiciones del zodíaco. Luego de muchos años, pronto descubrieron que había algo que no concordaba. Lenta, muy lentamente, otro signo estelar empezó a elevarse el primer día de primavera (cuando el día y la noche tienen la misma longitud). Habían quedado tan impresionados con esto que le dieron distintos nombres a los diversos signos estelares. La Era de Piscis termina y durante el equinoccio de primavera el Sol empezará a elevarse contra la nueva formación de Acuario. En la obra musical Pelo [Hair] cantan sus alabanzas en la canción “La Era de Acuario”.

En las últimas décadas, este fenómeno ha tenido gran influencia en la popularidad de la “nueva era”. Enorme cantidad de libros y discos compactos se han editado sobre el tema. Sin embargo, uno olvida que la “antigua sabiduría” creó muchos mitos alrededor de esas ocasiones. Sabían que la desorientación de los sistemas estelares no durarían para siempre y contenían un desastre en sí mismos. Por lo tanto, encubrieron innúmeras advertencias en códigos que develarían el giro ultralento de la Tierra alrededor del eje polar. Para ellos, el movimiento del eje polar equivalía a la caída de un árbol en el mundo, al final de cada era. Vimos el resultado de esto en los dramáticos sucesos de la Atlántida. Es un hecho irrefutable que la Era de Acuario está desorientada. Desde el 100 a.C. aproximadamente, el equinoccio de primavera se ha movido lentamente por Piscis y ahora está empezando su curso por el segundo pez de este signo. Sólo en 2813 alcanzará el mismo grado de longitud que la estrella Beta Piscium en la cabeza del pez; y aunque no seamos demasiado precisos, no llegaremos a la frontera de Acuario antes del año 2300. ¿Apunta esto a una catástrofe inminente?

Figura 15.
El zodíaco.

En Egipto, el zodíaco era “sagrado”. Siempre que una nueva era comenzaba, se reconstruían los templos, jardines, estatuas, esfinges, etc., para que encuadraran con la misma. Los arquitectos paisajistas (hijos e hijas de Ptah, arquitecto del cielo y de la tierra) tuvieron que rediseñar todo, para que se correspondiera con los cambios radicales de la “era de la precesión”. Cuando la Era de Tauro llegó a su fin, los arquitectos y constructores empezaron a trabajar. Los templos, esfinges, estatuas, etc., que estaban dedicados a Tauro tuvieron que ser derribados. Después de eso, todo debía estar de acuerdo con la nueva Era de Aries. Por ejemplo, en Luxor se construyeron senderos completos con esfinges. Ellas aún están allí, porque cuando la Era de Aries terminó y la actual Era de Piscis empezó, la civilización egipcia había desaparecido.
Por lo tanto, el faraón no pudo impartir instrucciones para erradicar los remanentes de la era previa y reemplazarlos por obras nuevas. Estas intervenciones no deben ser subestimadas. Un templo construido con miles de piedras, algunas de las cuales pesan varias toneladas, no puede derribarse con facilidad. Picar filas enteras de jeroglíficos y relieves no es tarea fácil, pero a los egipcios eso no les importaba. Ellos eran profundamente religiosos y sentían una extrema consideración por el zodíaco. Alrededor del año 2100 a.C., el equinoccio de primavera se corrió hacia el signo de Aries. Fuentes históricas revelan que el nombre de “Mentoe”, o Tauro, desapareció y fue reemplazado por el Carnero de Amón (hombres). Los faraones agregaron el nombre de Amón a sus nombres, a saber, Amenhotep, Amenophis, Tutankhamón. En una de las salas del templo de Akh-Menor en Karnak, la cual es parte del templo de Amón, está escrito: “Palacio de retiro para el Alma majestuosa, Alta sala de Aries que viaja por el cielo”.
La razón por la cual los egipcios consideraban al zodíaco tan importante, puede hallarse en la historia de Aha-Men-Ptah o Atlántida. De diversos tabloides y textos sagrados, Albert Slosman pudo reconstruir la era de este país. Empezó unos 26.000 años antes de la llegada a Egipto. El primer rey es Ptah-Nou-Fi, quien escribió las primeras “Combinaciones Matemáticas Celestiales” en rollos de cuero. En 864 años, el Sol había pasado por doce grados del zodíaco en el “cordón” que va de un lado al otro de la Tierra. Al signo estelar que luego desapareció lo nombró Khi-Ath, o “Juez de los Corazones”. Él justificó este nombre porque para decidir la diferencia entre el bien y el mal, se pesaban los corazones de las personas en ese periodo. No mucho tiempo después, le dio a este signo estelar el nombre de “La Balanza” (Libra).

Cuando leí esto por primera vez, no presté atención a los números mencionados. Unos meses más tarde, habiéndolo releído varias veces, algo sucedió de repente. Un círculo mide 360 grados; doce grados es un treintavo de esto: 360 ÷ 12 = 30. Multiplicando 864 por 30 da como resultado 25.920. ¡Esta es la duración de un ciclo zodiacal completo! También 12 es igual al número de signos del zodíaco. Entonces, estos números representaban un código determinado. Aún iba a tardar meses antes de poder descifrar el código que en verdad es simple. Lo explico algunas páginas más adelante, dado que ahora continuaré con la historia de Aha-Men-Ptah. Teniendo en cuenta que una nueva era había comenzado, Ptah-Nou-Fi le asignó el nombre de su madre, quien lo había engendrado en una joven “virgen”.
Le sucedieron setenta y un reyes durante 2.592 años. En ese tiempo, la civilización evolucionó y aprendió a vivir en armonía con el ritmo celestial. El descendiente 73° era aún joven cuando fue coronado. En el mismísimo momento de esta pomposa consagración, vino Un león para perturbar esta tradicional ceremonia. El joven monarca soltó su corona y corrió tras el animal. Era un hermoso ejemplar macho y le puso el nombre de Er-Kai, que significa “fuerte como un león”. Cabe destacar que los griegos volvieron a nombrarlo Heracles y nosotros lo cambiamos por Hércules en nuestro idioma. Pasaron los siglos en esta Era del León. Luego de que el Sol llegara a su grado 32°, se produjo el desastre. Masas de tierra se hundieron, los niveles del mar se elevaron de manera catastrófica, el Sol corrió a la deriva en el cielo y la Tierra giró alrededor de su eje hasta detenerse en el signo de Leo.

Después de esto, los movimientos del Sol, las estrellas y los planetas fueron seguidos rigurosamente. El León no sólo se convirtió en el símbolo de la fortaleza sino también de Dios y del Sol. Luego de 1.440 años, el signo de Leo quedó atrás y el mundo regresó al signo de la Virgen. La reina de ese periodo dio a luz a un hijo, Ath-Aha-Ptah, quien perfeccionó la escritura para anotar mejor los mandamientos celestiales. Los 2.592 años que el Sol pasó en este signo sólo trajeron paz y justicia. Muchas ciencias, al igual que la agricultura, alcanzaron la perfección. Entonces empezó la Era de Libra, la cual en esta oportunidad cumplió su período esperado de 1.872 años sin problemas. Fue una época dorada porque todos respetaron las leyes celestiales que establecían que una vez al año, el Señor administraría justicia en las disputas existentes. Todos se avenían a sus veredictos, por lo tanto, casi no existían contradicciones. Por este motivo, el cambio a otra era fue considerado con gran inquietud.
Esta constelación aún no tenía nombre, lo cual aumentó la sensación de incertidumbre en los círculos reales. A medida que la fecha del cambio se aproximaba, el malestar fue creciendo. Las alteraciones en la fuerza de la luz de algunas estrellas fueron consideradas como malos presagios. En el año 16° de la Nueva Era, el rey murió aplastado y cuando su palacio se derrumbó, nadie entendió qué había sucedido. Su hijo, que estaba en otro edificio, sobrevivió. Sin embargo, cuando el pueblo quiso investirlo al día siguiente, él se había suicidado. Los sacerdotes, al sentir el dedo de Dios apuntándoles, le pusieron el nombre del escorpión a este signo estelar, dado que este animal a veces comete suicidio. De allí en adelante, un primo del rey ascendió al trono y reinó como un verdadero tirano. Sesenta y un reyes lo sucedieron, pero todos estos reinados estuvieron marcados por la injusticia y las continuas batallas. El último rey —el número 64— se rehusó a casarse, aunque estaba rodeado por bellezas femeninas. Murió sin dejar descendientes y las luchas por la sucesión fueron muy sangrientas, librándose crueles enfrentamientos durante semanas. Un pariente lejano se ingenió para salirse con la suya sin ninguna piedad, de modo que no sólo mató a los otros posibles candidatos, sino también a sus padres, amigos y familiares.
Los sacerdotes administraron el juramento sin protestar, lo llamaron Maka-Sati o Arquero, y decidie­ron nombrar también así a la nueva constelación regente. Este rey organizó una caza en el bosque, al noroeste del palacio. En esos días, era un acontecimiento sumamente peligroso, ya que cazaban mamuts. Por lo general, esos animales pacíficos que se alimen­taban sólo de plantas, cuando eran perseguidos se asustaban y su enorme peso aplastaba todo cuanto encontraban en su camino. Dado que la caza incluía una especie extraordi­naria de animales gigantes, no es sorprendente que atrajera a muchos espectadores. Sólo ocho cazadores más se animaron a acompañar al nuevo rey, y no llevaron consigo más que sus arcos y flechas; la audiencia invitada observó el espectáculo desde las terrazas del palacio.

El monarca y los cazadores se acercaron al borde del bosque. De repente, dos mamuts cargaron en su dirección, a la cual habían sido conducidos por los perseguidores que habían llegado al bosque desde el lado opuesto. El rey tiró de su arco tan rápido como un rayo y disparó cuatro flechas en unos pocos segundos. El primer animal fue herido entre los dos ojos y cayó a unos pocos centímetros del monarca; el segundo mastodonte cayó exactamente de la misma manera, pero contra el caballo del rey. ¡Los otros cazadores ni siquiera tuvieron tiempo para hacer un solo movimiento! Todos los espectadores observaron esta proeza con admiración; sin duda alguna. Dios apoyaba al rey. A partir de ese día, honraron al rey como el caballo humano con flechas invisibles. Durante dieciséis generaciones, fue sucedido por sus descendientes. El último. Maka-Aha-Sati, condujo un reino de terror como nunca se había visto antes y dominó a su pueblo por 64 años. Allí fue cuando el Sol llego a los 10° de Sagitario. En el lapso de un día, se produjo un desastre geológico seguido por una ola gigantesca. ¿Qué había sucedi­do?
En pocas horas, el eje de la Tierra se había movido unos 72 grados hacia el signo de Acuario y este fue el nombre que unánimemente le asignaron a la nueva era, ya que el agua lo había inundado todo. Sólo quedó una parte de Aha-Men-Ptah luego de este cataclismo, habiendo desaparecido el resto bajo el hielo. Todo esto fue también tan impactante que los sacerdotes expandieron más todavía sus estudios de las “Combinacio­nes Celestiales”. Las palabras del Dr. David D. Zink, autor de la obra The Ancient Stones Speak [Las piedras antiguas hablan], acudieron a mi mente: “Los cambios presenciados en los cielos y asociados con estas catástrofes condujeron a los hombres de la antigüedad a una precisa observación de los cielos... el comienzo de la astronomía fue motivado por la supervivencia, no por la superstición”.

Sin duda, lo era. El templo de la “Casa de la Vida” fue fundado luego de este día fatal: 21 de febrero de 21.312 a.C. Los “expertos en números” iban a estudiar las leyes celestiales por más de 11.520 años. Dos mil años antes lanzarían una advertencia sobre la catástrofe venidera. En el año 10.000 a.C. el Sumo Sacerdote anunció los planes finales para el éxodo que se avecinaría en su amado país. Dentro de 208 años, lo inevitable iba a suceder. Por sus códigos, nos daremos cuenta de lo inteligentes que eran. Puede encon­trar varios de ellos en la Figura 16.

Figura 16.
La Atlántida fue parcialmente destruida luego del cataclismo del 21 de febrero de 21.312 a.C. El Norte quedó enterrado en el Polo Norte que ya existía en ese entonces (el circulo indica la región polar). El desplazamiento de la Tierra, ocurrido el 27 de julio de 9.792 a.C., enterró a la Atlántida (después de los cambios de los polos) completamente debajo del Polo Sur.




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